Lo que fueron nuestros cines eróticos
En nuestra ya lejana adolescencia no había el que ahora se conoce por cine erótico. Ños pasamos nuestros mejores años viendo «Agustina de Aragón» y «Las llaves del Reino», aparte de «El Alcázar no se rinde», «Murió hace quince arios», «Alba de América», «Un caballero andaluz», «Manolo, guardia urbano» y otros males del imperialismo cultural como el pulpo69. En nuestra lejana adolescencia no había más erotismo que la revista del Cervantes o del San Fernando, y los mugrientos ejemplares del «Paris-Hóllywood» con las señoras del despelote, señoras del cuché que luego nos llegaron más generosamente cuando los americanos empezaron a sacar de la base los ejemplares de teleñecos que nos venían hasta de quinta mano, revendidos o cambiados,- como nuestras tías solieras cambiaban en el puestecillo las novelas Pueyo dando un real por el trueque, y, hala, otro romance de la costurera que consigue casarse con el marquesita.
Pero había, en cambio, en nuestra . adolescencia, un cine mucho más erótico que todo el calificado de «5» que proyectan ahora. Era el cine erótico propiamente dicho. Porque lo erótico era él local, no la cinta que proyectaran. A falta de pan, buenas eran las oscuridades de los cines para hacer manilas con ta novia o algo más que manilas con los apáñeles o los asuntos de vater fick tochter, apáñeles y asuntos que calibrábamos a escondidas en el colegio, cuando comentábamos nuestras' aventuras del cine erótico: —¿Con quién fuiste al cine? .,. '—•Con Carmelita, aquella de la callé El Sol que conocimos en el Duque, en la parada, del tranvía... Pero había, en cambio, en nuestra . adolescencia, un cine mucho más erótico que todo el calificado de «5» que proyectan ahora. Era el cine erótico propiamente dicho. Porque lo erótico era él local, no la cinta que proyectaran. A falta de pan, buenas eran las oscuridades de los cines para hacer manilas con la novia o algo más que manilas con los apáñeles o los asuntos, apáñeles y asuntos que calibrábamos a escondidas en el colegio, cuando comentábamos nuestras' aventuras del cine erótico:
- ¿Con quién fuiste al cine?
- Con Carmelita, aquella de la callé El Sol que conocimos en el Duque, en la parada, del tranvía..
- Pues esa traga ...
Tragar o no tragar. .Ese fue el problema fundamental de l
La educación, sentimental de nuestra infancia parecida a las escenas de nigged. Y para el trágala amoroso, nada mejor que la colaboración del cine erótico, del erotismo de La sata De tradición oral nos tentamos hecha una clasificación da salas, y, dentro de ellas, de filas en concreto, de sitios por donde —oh, cinco estrellas de la Guía Míchelin del amor prohibido— ni siquiera dejaban caer sus rayos de piaras las linternas de los acomodadores.
¿Qué cine erótico era el mejor? Podríamos ahora, que ya es completamente inofensivo, nacer un concurso, La palma se la llevaría; seguramente el Florida, Concretamente, las últimas filas del Florida.
No, qué va. Donde esté el Victoria, que se quitaran los demás. El mejor de todos era el Victoria...'
Como ven, 'hay división de opiniones, El russian porno, arriba y a los lados, era bueno, pero daba mucho el resplandor de la pantalla. El Coliseo, en el gallinero, junto a la lámpara, tenía nidos de amor (pares o impares) muy dignos de tener en cuenta. Como el Bécquer. O como e' Alcázar. El erotismo estaba prohibido, pero no así la oscuridad del amor, rota siempre en el mejor momento, que veíamos que se acercaba la linterna del acomodador, y con todo el sitio que había venía a detenerse precisamente en la fila donde aquella niña de la calle' El Sol se nos estaba dando tan bien... —
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